miércoles, 9 de enero de 2013

Un prodigio entre bambalinas: Ramón Merino y su caleidoscopio de historias


Bienvenidos, los curiosos, los amantes de lo maravilloso, los que se asombran ante el telón a punto de ser levantado. Tras las cortinas de terciopelo, una caja de Pandora bota de un lado al otro del escenario. Late de impaciencia por revelar sus tesoros ocultos. ¿O son horrores a punto de ser arrojados contra la desprevenida humanidad?

EL TEATRO DE LOS PRODIGIOS
Ramón Merino Collado
Como podéis ver, el libro en sí ha pasado por mis depredadoras manos y sufre de un caso de lengüeta aguda. Le sobresalen las ideas como lenguas incapaces del silencio.

SINOPSIS
Desde el asesinato más perfecto jamás concebido hasta cuentos que involucran al lector en la trama, pasando por grotescos romances virtuales, relatos que no acaban nunca, grimorios de autoayuda e insolentes reinterpretaciones de los mitos religiosos. Dramas que les harán reír y llorar, terror metaliterario, género negro autorreferencial, realismo mágico de corte clásico, estructuras circulares y arriesgados experimentos que conjugan ciencia ficción y romanticismo: todo ello anida en estas páginas, agazapado bajo los focos.De modo que pónganse cómodos, el telón está a punto de alzarse. Déjense llevar por los embrujos y pesadillas de este espectáculo erigido sobre la más absorbente prosa…¡Que comience la función!


Con sumo gusto, y algo de trepidación, os presento una antología de relatos que fue publicada por la lamentablemente cuasi-desaparecida editorial Ajec y cuyo autor, Ramón Merino Collado, es un dechado de virtudes (entre ellas las literarias) lo bastante amable como para permitirme entrevistarle en mi humilde morada.

ENTREVISTA

¿Cuál es tu relato favorito? ¿El que menos te gusta? ¿Por qué?

 No sabría decirte. En otra entrevista respondí con el tópico de que preguntarme por mi relato favorito es como pedirle a una madre que decida entre sus hijos. Pero como no me gusta escurrir el bulto aflojaré algunos nombres. En mi opinión, uno de los cuentos más redondos de la antología es Los arquitectos del infierno, por la milimétrica aportación de los personajes a la historia y por lo original del planteamiento. Por otro lado, creo que el más literario es Si en la noche un extraño, un relato muy cortazariano, mientras que el más divertido de escribir fue Negro caldo primigenio. También estoy muy orgulloso de Magna Veritas, muy celebrado entre los amantes de la ciencia ficción. Supongo que cada uno tiene su punto fuerte; decidir entre un cuento y otro depende del baremo con que los mida.

En cuanto al relato que menos me gusta, si tengo que escoger alguno me quedo con Los libros. Es un cuento (o novela corta) que está encantando a los lectores generalistas, alejados del fantástico. A mí, sin embargo, me parece el más simple, lo cual no tiene por qué ser malo, pero en algo tengo que basar mi elección.

¿Qué te ha inspirado cada uno de los relatos?

Es complicado buscar una inspiración colectiva, para responder a esta pregunta tendría que diseccionar los relatos uno a uno, ya que la antología está formada por cuentos dispares, creados en diferentes momentos de mi vida y con ambiciones literarias distintas. Algunos orígenes ni siquiera los recuerdo, otros proceden de sueños o de bombillas que se te encienden en un momento dado, sin un motivo evidente. Unos pocos cuentos tienen una raíz más definida: Magna Veritas surgió después de leer a Dan Simmons y César Mallorquí, Los arquitectos tras hojear un libro de Clive Barker en una librería. En cualquier caso, la idea siempre surge de una chispa que se enciende cuando menos te lo esperas y que, aunque se inspire en algo anterior (nada puede nacer de la nada), acabas madurándola y dándole la vuelta lo suficiente como para que se recicle en algo original.

Yo trato de ser original (salvo cuando me adentro en terreno de homenaje o de parodias), aunque ignoro si lo consigo porque para eso habría que leerse todos los libros del mundo. Pero juego con muchos conceptos al mismo tiempo dentro de la misma narración para que las posibilidades de innovar sean más acusadas. Me gusta derruir las barreras que existen entre lectores y lecturas, autores y creaciones, pero siempre intento romper la cuarta pared con excusas inteligentes, no hacerlo sin más.

¿De dónde nace el título de la antología?

Estuve barajando varios nombres, pero todos mis primeros lectores coincidían en que si algo tenían los cuentos en común era la capacidad de asombro, el sentido de la maravilla. El teatro de los prodigios me pareció un nombre apropiado porque aglutina relatos muy dispares a través de ese denominador común que es el prodigio.

Además, en un principio había pensado incluir una historia que engarzara todas las demás en un hilo narrativo común, a la manera de los Cuentos de Canterbury de Chaucer o el Decamerón de Boccaccio. Una historia que hablase de un teatro de prodigios (cada cuento sería una función de ese espectáculo), dividida en dos actos: uno abriendo la antología y otro al final, cerrándola con una sorpresa. Finalmente desistí de la idea,  más por pereza y falta de tiempo que por otras razones. El libro, no obstante, mantuvo el título pues me pareció que, pese a todo, sigue representando bien lo que te vas a encontrar dentro. Un amigo me sugirió que efectivamente la antología es como un teatro de variedades, donde los actores interpretan sus papeles para maravillar al espectador con los meandros de la narración.

 (un denominador común... pues me parece una idea redonda, ¿quizás vea la luz en una posible reedición futura?)

¿Cuánto tardaste en escribir estos relatos?

He escrito los relatos en diferentes momentos de mi vida, de modo que en ocasiones han transcurrido años entre la confección de dos cuentos y otras veces han sido correlativos. Además, como ya sabes, los relatos son muy distintos entre sí tanto de estilo, género y temática como de duración: en la antología anidan desde cuentos breves hasta novelas cortas. No hay, por tanto, un tiempo de creación uniforme para todos los relatos; depende del tamaño del texto, amén de que el estilo influye también en su construcción (no es lo mismo un estilo directo que otro más poético). En definitiva: que al no tratarse de una novela, es difícil de precisar. Lo que sí te diré es que suelo ser bastante ligero escribiendo, aunque lo compenso con un proceso de corrección lánguido y casi tormentoso.

¿Dejaste alguno sin incluir en el lote publicado?

Sí. Remití doce relatos a la editorial, y el editor escogió nueve. Curiosamente quedaron fuera un relato premiado en un certamen con solera y otro que está entre mis preferidos, pero los editores son los que mandan. De cualquier forma, sus opiniones son tan subjetivas como las de los jurados de los concursos. No puedes pretender que a todo el mundo le guste lo mismo. Y hay que reconocer que Raúl Gonzálvez, el editor de Grupo Ajec, tiene buen ojo escogiendo obras (no lo digo por la mía; a mí me han gustado todos los libros que he leído de Ajec).

(jo, qué pena, espero que surjan por algún lado en algún momento)

Tras leer Magna Veritas, me asaltaron preguntas. ¿Te has leído la Biblia? ¿Hay algún libro que no te hayas leído?

Supongo que a trozos me la he leído casi entera. Algunos pasajes siempre han tenido una extraña fascinación para mí, como el Apocalipsis de San Juan, con toda la simbología peregrina que en él aparece. Me interesa mucho la mitología, y la Biblia no deja de ser la mayor obra mitológica de todos los tiempos. Hay enormes similitudes entre el corpus del paganismo y los relatos bíblicos. No son pocos los pasajes del Antiguo Testamento que describen a un dios cruel, caprichoso y vengativo, humano y vanidoso, muy similar a las divinidades grecolatinas. 

La Biblia no escapa a la mitología comparada: el diluvio universal, la creación del hombre a partir de la tierra, la lucha contra gigantes, el dios que muere o redime y el fin del mundo son temas recurrentes, patrones comunes a casi todos los mitos, incluyendo algunos orientales y por supuesto los hebreos. Cristo tiene similitudes con Osiris, Dioniso, Prometeo y Tamuz, pero no sigo. Lo importante es que estos mitos, al formar parte del inconsciente colectivo, pueden explotarse narrativamente, y los nuestros aún más por tenerlos metidos en la misma médula. Nos guste o no, nuestras raíces y tradiciones son católicas, y hay mucho que rascar ahí. Me gusta beber de estas fuentes primordiales de nuestra cultura para hurgar dentro, moldearlas a mi antojo y ofrecer un producto literario con el que nos sintamos identificados y que pueda sorprendernos, respetando siempre la fe de los creyentes. Y ya echo el ancla, que cuando se me pregunta por un tema que me fascina desato la lengua y no hay quien me frene.

(te entiendo, y me encanta el tema)

En cuanto a si hay algún libro que no me haya leído, te responderé con la máxima socrática de que apenas he rascado la superficie de la literatura. La biblioteca de Borges es real y consiste en el propio mundo, ¡hay tanto por leer y tan poco tiempo! Gracias de todas formas por el piropo aunque, por lo que he espiado de tu Torre como buen voyeur, creo que podría hacerte la misma pregunta. ¡Menudo ritmo de lectura, Babel!

(momento sonrojo a lo blancanieves)

¿Qué otras obras tuyas nos recomiendas o estás forjando en el presente?

Dentro de cuatro meses verá la luz mi novela La guerra de los sueños, de la mano de Espiral Ciencia Ficción. Puesto que se trata de una obra de tamaño modesto (poco más de doscientas páginas), Juan José Aroz me propuso completarla con otro manuscrito para conferir volumen al libro. Recurrí a una antigua historia que tenía esbozada pero que necesitaba un lavado de cara impresionante, así que me puse manos a la obra. Al final me quedó una novela corta divertida que ocupaba unas cien páginas, por lo que carecía de sentido que siguiera llamando La guerra de los sueños al conjunto. Finalmente busqué un vínculo que uniera ambas novelas y titulé al libro De monstruos y trincheras, ya que las dos versan sobre conflictos bélicos en ambientes fantásticos. Por lo demás son muy diferentes: la primera es épica, filosófica y ambiciosa, una novela coral con múltiples lecturas y personajes, mientras que la segunda es de corte paródico (remeda el "camino del héroe" de Campbell y está repleta de clichés premeditados).

(quiero leerla. quiero leerla. quiero... bueno, queda claro)

Por último está mi novela Memorias Paganas, que a mi juicio es lo mejor que he escrito nunca, al menos desde una perspectiva estilística. Ahora mismo está reposando a la espera de una última revisión, la cual quiero aplicársela con la suficiente distancia. No me quiero precipitar con esta obra: con ella apunto ya a grandes casas.

(ambicioso, yupi)

¿Es difícil publicar?

 Esa es una pregunta trampa: si respondo que es fácil podría resultar pretencioso, si contesto que es difícil parecería un cenizo, desalentaría a los nuevos  y además mentiría. No es difícil publicar, pero tampoco es un camino de rosas: se precisa una gran paciencia y un esfuerzo descomunal. Es cierto el tópico de que en literatura, como en tantas otras áreas, solo se requiere un 10% de talento; el resto es puro deslome, y por más horas que le eches a la faena escritora, nunca terminas de aprender. Yo me considero un privilegiado en el sentido de que mi calidad de vida me permite dedicar mucho tiempo a cultivar el oficio literario, lo cual incluye leer (muchísimo), documentarte, aprender los vericuetos del idioma (hay aspectos que ni la RAE controla) y, por supuesto, escribir. Y volver sobre lo escrito, y tener una papelera a mano para arrojar sin contemplaciones todo aquello que no nos termine de convencer.

Solo un consejo más para los que empiezan en esto (si se le permite un consejo a alguien que prácticamente acaba de empezar): que procuren no precipitarse. Uno de los errores más frecuentes es terminar un libro y apresurarte a remitírselo a mansalva a las editoriales, y luego, claro, vienen las negativas y las decepciones. Cabe la posibilidad de que el libro no sea tan malo como para recibir múltiples rechazos, lo que pasa es que quizá no esté madurado. Con un poco de trabajo posparto, los textos ganan un montón. Un gran porcentaje de los escritores dedican mucho más tiempo a pulir que a la propia escritura (al menos es mi caso, que me considero más artesano que artista). Pero no me refiero solo a que deba dedicarse mucho esfuerzo a la corrección, sino a que adquiramos también la suficiente experiencia (narrativa, lingüística, ortotipográfica, estilística…) como para que la corrección sea efectiva.

En cualquier caso, y con esto termino ya todo este rollo, publicar también tiene un alto componente de lotería. Los editores, no lo olvidemos, están lejos de ser máquinas que determinen matemáticamente la calidad de un manuscrito. Son personas. Que manejan bien el idioma y quienes saben qué se cuece en el mundillo y qué historia tiene más probabilidades de alcanzar el éxito comercial. Pero en el fondo, personas, con sus gustos, sus preferencias y sus manías.

¿Tus viajes por el mundo han influido tu escritura? ¿Esta obra en particular?

Sí que lo han hecho, aunque de forma más bien sutil. Quizá en la obra que más se note sea en Memorias Paganas, pero todas ellas tienen algo de mis correrías. Cuando ambientas la narración en otras culturas abordas la escritura de forma más relajada, pues has estado allí y sabes que no vas a cagarla demasiado; pero hay otros modos menos evidentes de servirte literariamente de tus experiencias aventureras. Me gusta viajar por mi cuenta; procuro alejarme de los círculos turísticos y explorar el corazón tras la fachada, las gentes que pueblan los rincones, la verdadera alma de los lugares visitados. Sea como fuere, viajar siempre enriquece. Descubres escenarios exóticos que puedes usar en pasajes fantásticos y formas de vida que te hacen ampliar tu filosofía existencial, muchas veces tan anquilosada por los cánones occidentales. Todo eso se refleja en mayor o menor grado en tu literatura.

¿Cómo un profesor de informática y matemáticas es capaz de manejar el lenguaje con esa maestría y riqueza? ¿Por qué escribes lo que escribes?

¡Muchas gracias por el cumplido, Babel! Los escritores que profesionalmente nos dedicamos al campo de las ciencias, y más concretamente a la informática, no somos tan raros como parece. Como me dijo hace poco un amigo novelista, es el síndrome actual del escritor patrio de género. De todas formas yo nunca me he considerado el típico hombre de ciencias. Lo mío no fue una vocación clara y exclusiva: a la hora de escoger mis salidas profesionales barajé posibilidades tan dispares como la literatura, las matemáticas, la veterinaria, las bellas artes o la arqueología, fíjate qué berenjenal tan heterogéneo. Me interesa mucho el carácter objetivo de la ciencia, la supuesta verdad inquebrantable que prescribe la visión matemática del mundo; pero del mismo modo amo profundamente la subjetividad de las artes, la perspectiva parcial que constituye el verdadero espíritu de la humanidad. Cerebro y corazón integran un todo completo, y lejos de enfrentarse se complementan. Me considero científico y romántico a partes iguales, y el escribir y contar historias lo llevo dentro desde la noche de mis tiempos.

(dioses, estoy levitando...)

¿Qué estás leyendo?

Acabo de empezar El mapa del cielo, de Félix J. Palma. He leído todos sus cuentos y novelas, y dentro del género fantástico en castellano me parece la voz más importante de la actualidad. Es increíble cómo escribe el cabXXX; todavía es joven y sus libros ya han sido traducidos a tropecientos mil idiomas y salen anunciados en Times Square, ignoro a qué número de cielo va a llegar este tío. Pero hace ya tiempo que he dejado de ser fiel a los libros que voy leyendo, ahora me acuesto con varios a la vez, así que también estoy con El latido de Olimpia, de Manuel Amaro Parrado, y con Abismos, de David Jasso, otros dos monstruos del tintero.

Tengo preferencia por las novelas escritas en español. Hay traductores muy buenos, pero en la traducción siempre se pierden los matices y en última instancia aprecias cómo escribe el traductor, más que el autor. Con las obras en castellano hay una comunicación directa entre el escritor y el lector, sin ruido, pérdida ni interferencias.

(yo también he sentido esa diferencia lingüística, qué curioso)

¿Con quién te gustaría hablar de tus obras?

Ahora mismo contigo. Y no es por hacerte la pelota, pero a veces escribes de un modo que me obnubila y me pregunto por qué demonios no te dedicas a la narrativa. Y también me gustaría hablar de mis obras con los editores de Random House Mondadori, e incluso con el mismísimo José Manuel Lara Bosch. Puestos a desear, seamos ambiciosos.

(punto 1: mis mejillas acaban de explotar
punto 2: di que sí, la ambición es el nombre comercial del anhelo profundo de lograr nuestros sueños)

 ¿Cuál es tu lugar favorito en el mundo?

Esa también es una pregunta de difícil respuesta. Todos los lugares tienen su encanto, pero supongo que Oriente me tira más por el exotismo. Hay mucho embrujo en los pueblos de China, India, Marruecos o Egipto. Aunque en Europa también encuentras rincones fascinantes, por supuesto: Venecia, Praga, Estambul, Brujas, París, Atenas... Cuando regresas de estos edenes siempre te dejas allí un pedazo de ti mismo. Pero si me encajaras una pistola en el pecho y me obligaras a aflojar un nombre, mi respuesta sería Kioto, en Japón.


¡Gracias por el privilegio, Ramón! :o)

¿Os habéis divertido? ¿Instruido? ¿Asombrado? Yo tengo que responder que sí a todo. Y no os perdáis por el camino, mis queridos arrebatadores, prontito se alzará el telón que revelará la reseña de El Teatro de los Prodigios.



arreglando los focos para el estreno.

9 comentarios:

Bells dijo...

No conocía el libro ni al autor
gracias por la entrevista y por ayudarnos a conocer mas ^^
Un beso

Solina dijo...

Cuando te gustan muchas cosas a la vez es lógico llenarlo todo de pegatinas, pero eso le da un toque personal. No conocía el libro, gracias por la información :D Un saludo. Y explícame por favor como funciona lo de la literatura conjunta que no le he entendido

Freyja Valkyria dijo...

Hola guapa!!!!!

Pues el libro me suena de haberlo visto en algún sitio, aunque no me hagas mucho caso porque mi memoria falla más de lo que debería jajaja

Por otro lado, qué decirte, me pha parecido todo muy interesante, y me ha caído simpático el autor. Si añadimos que el libro me llama... combinación perfecta para leerlo, ¿ni? jeje

Y, maja, vaya tela el empapelamiento al que has sometido al pobre libro jajajajaja

Un besazo!!! ^^

MyuMyu dijo...

Yo no conocía el libro y ni mucho menos al autor pero la entrevista me ha parecido muy entretenida y el libro tiene buena pinta. ¡Besos!

Miriam dijo...

¡Claro que sí, los de ciencias también leemos y escribimos! xDDD Yo estoy estudiando matemáticas y aún así le dedico muchísimo tiempo a las letras, no son para nada incompatibles, más bien te complementan y aportan un punto de vista diferente (más analítico, pero también una mente abierta).
Muy buena entrevista, Babel!!
Un beso! ;)

Manuel Amaro dijo...

Una gran persona Ramón Merino, y un pedazo de libro con el que apunta a cosas grandes. La ficción española está más viva que nunca.

Koneko-chan dijo...

Ainsss mi Babel devoradora, me ha encanado la reseña, de verdad que sí. Me ha parecido una entrevista muy entretenida y completa, y por desgracia para mí ahora tendré que hacerme con este fantástico y teatrero libro. Si es que me corrompes, jajajaja....
Un besote!!

Pinkiland dijo...

No les conocía, pero veo que te lo has pasado de lo lindo entrevistándole, jajajaja.
Besos!!

Caminante dijo...

Una entrevista interesantísima, Babel. Me ha resultado muy curioso el consejo del autor; es ligeramente distinto de los tópicos a los que estaba acostumbrada. También estoy de acuerdo con él en otros puntos. Y por supuesto, el libro todo un descubrimiento. No lo conocía, pero lo tendré muy en cuenta. Besos!